No te la juegues a un concurso para adjudicar tu cuenta.
En los primeros años noventa los concursos para captar a cuentas publicitarias causaron furor.
Era la norma: si una empresa anunciante buscaba agencia, lanzaba una convocatoria de concurso y se sentaba a recibir las propuestas de unos y otros para tomar su decisión.
Esta ludopatía se extendió hasta un nivel inverosímil llegándose a convocar concursos para la realización ¡de un folleto! Lo decimos en serio. Preguntad a los que ya ejercían profesionalmente en esa época. Era lo normal. Como lo era fumar en un autobús o conducir sin cinturón de seguridad.
El viejo Oeste.
Los concursos tienen un problema: son como una tómbola en la que cabe la posibilidad de que ningún boleto tenga premio porque no te garantizan que se vaya a presentar esa agencia que, aunque aún no lo sepas, te encaja como un guante
Esa agencia que nació para hacerte campañas brillantes y que coincide, el momento escogido para hacer el concurso, con el momento en que van hasta arriba y no tienen tiempo sino de intercambiar contigo una lánguida mirada lamentándoos de lo que pudo haber sido y no será.
Una pena ¿verdad? Pues no hagas concursos.
SIEMPRE HAY EXCEPCIONES
En ocasiones, por motivos legales, estarás obligado a la convocatoria de ese concurso. Si es así, remunéralo para garantizarte que las agencias participantes empleen recursos en hacer un buen trabajo.
